Girona es una de esas ciudades que te invita a recorrerla con pausa y detenimiento. Te obliga a fijarte en todos sus detalles y sin darte cuenta acabas deambulando por sus callejuelas llenas de encanto. Recuerdo que al bajar por una de las calles del Barri Vell un chico nos pregunto: ¿merece la pena subir todas las escaleras? ¿hay flores por allí arriba? A lo que yo respondí: cada rincón de Girona merece ser explorado esté engalanado con flores o no.