Actualizado el sábado, 28 enero, 2017
Nuestro país es un lugar muy rico en arquitectura y muestra de ellos son los innumerables castillos y palacios que abundan por nuestro territorio. He visitado muchos pero, hasta la fecha, el que ha conquistado un pedacito de mi es el Palacio Real de Olite.
El Palacio Real de Olite o Castillo de Olite es uno de los lugares que hay que visitar sí o sí en la península si es que eres amante de los tiempos medievales. Y si no, también. Pertenecía a los Reyes de Navarra y fue Carlos III quien se encargó de dejarlo a su gusto de una manera un tanto estrambótica en aquella época. La primera construcción data del siglo XIII y XIV pero la gran ampliación no llegó hasta mediados del siglo XV. Es un palacio de carácter residencial, más que de defensa, hablando de términos militares. En él se alojaban los Reyes de Navarra y su uso era más bien cortesano. Llegó incluso a ser uno de los palacio más bellos de Europa, aun con su desorden arquitectónico.
Lo que se denomina Palacio Viejo, es ahora un parador nacional de turismo en el que cualquiera puede alojarse y disfrutar de una estancia rodeado de encantos de la época. La parte nueva del Palacio es la que se puede visitar con total libertad.
Debido a la invasión de Navarra por parte de la Corona de Castilla y Aragón unificadas, su estructura se fue deteriorando. A todo esto hay que sumarle el incendio provocado por Espoz y Mina durante la Guerra de la Independencia Española, para que los franceses no pudiesen usarlo en nuestra contra.
Actualmente el Palacio se encuentra en un gran estado de conservación, fruto de los trabajos de restauración que se llevan a cabo continuamente desde hace casi 100 años. Esta labor es larga y tediosa, y se intenta ir restaurando en función a los nuevos descubrimientos históricos.
Uno de sus elementos más destacados, son la enorme morera que hay dentro de un patio interior, que se conserva tal cual la puso ahí Carlos III. Vamos, que no se puede ni tocar. La cámara privada del Rey contaba con una cenefa de rosas con pigmentos de oro y magenta. Esa pared no se conserva, ya que en los periodos de abandono del Palacio, la gente del pueblo iba a buscar piedra allí para hacerse sus casas. Así que, por lo que se sabe, las únicas piedras que quedan de aquella cámara con las cenefas de rosas las tiene un ciudadano de Olite, cuyos antepasados construyeron su casa con esos ladrillos tan característicos.
Es un edificio maravilloso. Andar por sus pasadizos, sentarse en sus patios, subir a sus azoteas y sus torres,… es como trasladarse a una época en la que estar allí dentro significaba estar a salvo de cualquier mal. Al menos hasta que no se divisara al enemigo.
A su alrededor contaba con una gran finca, en la que entonces estaban los viñedos para abastecer a los Reyes e invitados. Desde sus torres, se puede divisar Olite y sus alrededores, una vista magnífica.
Nosotros estuvimos más de tres horas dando vueltas por dentro, después de la visita guiada, disfrutando del entorno e imaginando todo aquello rodeado de objetos antiguos, cuadros enormes vistiendo las hermosas paredes de piedra y caballeros andando por los pasillos. Se puede realizar la visita guiada y comprar la entradas anticipadas por internet en la página web de Guiarte Navarra, gestora del recinto.
COMO LLEGAR A OLITE
El municipio de Olite se encuentra cerca de Tafalla, a medio camino entre Pamplona y Tudela y viceversa. Las principales carreteras para llegar son la autopista AP-15 y la carretera nacional N-121. Llegar es muy fácil y encontrar el palacio también, ya que el pueblo no es muy grande y está en pleno centro.